El principal objetivo del Informe 2012 es apoyar a un debate constructivo sobre cuestiones que se han convertido preeminentes en casi todos los países. ¿Cuál es la edad adecuada para la jubilación? ¿Cómo viven las personas alrededor de los 60 o 70 años? ¿Cómo trabajan? ¿Cuándo y por qué deciden retirarse? ¿Qué se puede hacer para equilibrar el trabajo y la edad de jubilación?
¿Cuáles son los problemas colectivos que afectan a la toma de decisiones acerca de la edad de jubilación? ¿Cómo medir si los beneficios que entrega la seguridad social en un país son adecuados en comparación a los del resto de la comunidad regional? Todas estas preguntas implican análisis que son complejos porque hay incertidumbre sobre los acontecimientos actuales, y, sobre todo, un alto grado de riesgo en torno al futuro del trabajo, la medicina y las finanzas.

El presente Informe contribuye al debate sobre cómo deben ser reformadas las regulaciones sobre el trabajo y la jubilación, y cómo debe evolucionar la seguridad social, a fin de que la jubilación sea un beneficio y no un perjuicio. Los acontecimientos que llevan a la situación actual son buenos: estamos viviendo más años, tenemos una vida más saludable y con opciones de
empleo que permiten a los adultos mayores trabajar más años. Dentro de la complejidad de estas cuestiones, podemos ver los movimientos de reforma como respuesta a esta mejora del ambiente general, no como correcciones a errores cometidos en décadas pasadas. La seguridad social ha sido una institución notable en términos de su capacidad de transformación y los debates en
curso conducirán a la mejora del entorno para la vida individual y colectiva. Bajo este punto de vista, hay poco espacio para un modelo críptico y prescriptivo de reforma financiera. Más bien es un llamado a profundizar en los esfuerzos proactivos de adaptación de las instituciones ante una dinámica de cambio social muy favorable a largo plazo.