En las últimas décadas ha habido un creciente interés por identificar, estimar y relacionar el capital social con diversas variables del bienestar, donde la producción de beneficios o cierto rendimiento es clave. Esta actividad ha implicado la confluencia de diferentes disciplinas como la economía, la sociología, la antropología, la psicología, entre otras. A pesar de que no hay un consenso que defina un indicador único para medir el capital social, hay una serie de puntos en los que los investigadores se han puesto de acuerdo. El atractivo del capital social se encuentra en el hecho de que este activo puede arrojar algo de luz sobre el comportamiento de los individuos y los resultados económicos que no pueden ser explicados por las fuerzas del mercado.