Hace más de tres décadas, se inició en esta parte del mundo un proceso de cambios radicales a sus sistemas de previsión, traspasando la responsabilidad de construir la pensión, desde el Estado a los individuos interesados, que pasaban a ser dueños de sus ahorros. Durante todos los años de aplicación de este nuevo sistema, las inversiones de los trabajadores han obtenido rentabilidades en torno al 8% real por año, al paso que han contribuido a todo el proceso de ahorro e inversión de nuestros países, explicando hasta un 8% del crecimiento del PIB de estos. No obstante estos positivos resultados, que frente al fracaso estruendoso de los sistemas de reparto debería ser causa de profunda satisfacción, es imposible desconocer que en la medida que los sistemas han madurado y comenzaron a pagar pensiones, se fue manifestado un creciente descontento con su monto, toda vez que no respondía a sus expectativas.