Una de las conclusiones que se expresan en el documento refiere que uno de los grandes retos a resolver es garantizar el acceso y la cobertura universal de la salud con un modelo de atención integral. Para esto se requiere una mayor inversión en salud pública y una revisión de la eficiencia en su gestión, contemplar la importancia de los riesgos laborales del personal de salud, el acceso equitativo y transparente a medicamentos y dispositivos médicos, la atención
a los determinantes sociales para una mayor calidad de vida, incluyendo los procesos del envejecimiento, y la atención a los grupos vulnerables con énfasis en la salud mental.