Si intentáramos definir cómo la seguridad social se presenta desde el punto de vista económico, surge inmediatamente que, en esencia, ella es, desde este punto de vista, una redistribución de rentas. El presupuesto de la seguridad social es, en amplia medida, el presupuesto de la población involuntariamente inactiva; es decir, el presupuesto que asegura, en parte al menos, la subsistencia de niños, ancianos, enfermos e inválidos.
Por otra parte, la seguridad social ayuda a individuos y familias a cubrir ciertas cargas que pesan sobre ellos, particularmente la de asistencia médica. Por consiguiente, los mecanismos de seguridad social, como efecto económico, privan a algunos individuos y a algunas familias de una fracción de las rentas que les hubieran tocado por el juego normal y libre de las leyes económicas, y, por otro lado, acrecientan, como contrapartida, las rentas de otros individuos y de otras familias. Por ello, entrañan una modificación en el equilibrio natural de las rentas distribuidas.