En este texto, sobre la protección social, el autor expresa lo siguiente: "No se diga que la protección social hoy se extiende a todos los débiles, abrazando y consolando todos los dolores; eso es también el fruto calculado del egoísmo árido de una sociedad que haya orientado la familia, expulsando los viejos y asegurando la niñez aquellos que la retórica de tiempos antiguos llamaban "manos mercenarias". Las buenas leyes sociales, aquellas que arriesgaban a cotizar grandes tajadas del pastel del rédito nacional, son hechas públicamente por los que políticamente son fuertes, por cuantos son sostenidos en las espaldas de los sindicatos potentes y por las organizaciones de gran peso electoral: a los débiles y sobre todo a los desamparados, por grande que sea su necesidad e injusta su suerte, les reservan las migajas."