En su desarrollo en el transcurso del medio siglo de su existencia, para mejor adaptarse a la evolución general de necesidades, a la evolución de la economía y a la industrialización progresiva de todos los países, la acción de la OIT ha guardado una continuidad de principios y de métodos, los cuales en un sector técnico tal como la seguridad y la higiene del trabajo, pueden identificarse fácilmente. Enfrentada con tareas inmensas imposibles de lograr simultáneamente dentro de los medios necesariamente limitados de los cuales dispone la OIT, siempre ha tenido que establecer prioridades; entonces ha concentrado sus esfuerzos donde el mayor número de trabajadores estaban expuestos o donde los riesgos eran más serios. La estructura tripartita de la OIT, que reúne en sus órganos a los representantes de los gobiernos, de los empleadores y de los trabajadores, es decir, a la mayoría de los protagonistas de la prevención, ha contribuido a orientar a la Oficina no solamente hacia la acción normativa, sino también hacia las formas de acción práctica cuyos efectos se sitúan directamente al nivel de la empresa.