Las cotizaciones compartidas en sistemas de aportaciones definidas van ganando popularidad tanto en países ricos como pobres como un mecanismo prometedor para reducir las carencias de participación en los sistemas formales de pensiones. Las cotizaciones compartidas por los empleadores, por el Estado, o por ambos, a sistemas de contribuciones definidas se utilizan solas o junto con otro tipo de actuaciones para estimular la participación en planes de pensiones. Aunque sigue siendo demasiado pronto para extraer conclusiones definitivas o directrices con las que orientar las políticas públicas, este capítulo ofrece un resumen de la información actualmente disponible que se presenta en este volumen y que apunta hacia algunas observaciones preliminares sobre la posible utilización de este modelo. Esta experiencia, que deriva en su mayor parte de países con ingresos altos, y que ahora se está complementando con algunas primeras experiencias en otros escenarios, sugiere que las cotizaciones compartidas son moderadamente eficaces a la hora de aumentar la participación en los programas, pero en general no es posible medir su eficacia en cuanto a la recaudación de aportaciones y por tanto a los niveles de prestaciones futuras. Otras actuaciones, orientadas cada vez más por lecciones extraídas de la economía y las finanzas conductistas, pueden resultar más eficaces y normalmente mucho menos costosas, lo cual nos ayuda a entender algunas de las diferencias de los resultados obtenidos en los diferentes países. Todavía no sabemos hasta qué punto es extrapolable la experiencia de los países con ingresos altos hacia otras latitudes; es preciso realizar una evaluación mucho mayor para poder alcanzar conclusiones definitivas.