América Latina es considerada la región más desigual del planeta. Sin haber acortado significativamente las distancias entre su producto por persona y el de los países avanzados, el subcontinente registra una enorme desigualdad que, sin duda, recoge la herencia colonial, pero que los siglos de vida independiente y modernización económica y social no han sido capaces de superar. Esta desigualdad está en la base de las profundas brechas sociales que definen su imagen y acosan su evolución política.