Desde hace algunos años ha sido creciente la inquietud sobre la evolución de los sistemas estatales de pensiones. El monto creciente de su déficit, el lento ritmo con que avanza su reestructuración, además de su dimensión frente al monto de endeudamiento a que obligan los compromisos del ISSSTE o del IMSS y de otros sistemas, inducen a revalorar el alcance de sus transformaciones y el margen del cual disponen tanto las instancias centrales como los gobiernos estatales para hacer manejables sus obligaciones.