Las mujeres, por lo general, suelen vivir más años que los hombres y nuestra región no es una excepción en esto. Por ello, cuando hablamos de envejecimiento hablamos fundamentalmente de “adultas mayores”, un colectivo con una problemática a menudo diferente de la de sus compañeros varones. Y es que las mujeres mayores acusan en la vejez los obstáculos a los que se enfrentaron durante etapas anteriores. Así, un menor acceso a la formación y la dedicación al cuidado de hijos o mayores dependientes hacen que sus empleos con más frecuencia sean de menor calidad, menor salario, temporales, intermitentes, etc. Al llegar a la vejez, todas esas limitaciones se ven reflejadas en la cobertura que reciben de los sistemas de protección social. Este número está dedicado a conocer mejor las necesidades de las mujeres mayores y a presentar las iniciativas que diversas instituciones miembros del programa llevan a cabo para dar respuesta a sus demandas.