La crisis del COVID-19 ha dejado al descubierto que los empleos informales no solo son peor remunerados y menos productivos que los formales, no generan ingresos fiscales y no tienen mecanismos de protección social, sino que, en medio de una pandemia, generan vulnerabilidades adicionales. Existen indicios de que la informalidad explica por qué América Latina concentra el 30% de los casos y muertes asociados al COVID-19 pese a representar solamente el 8% de la población mundial. La coyuntura actual es propicia para la búsqueda de un nuevo contrato social en América Latina y el Caribe que aborde de manera estructural la elevada informalidad de la región. La salida a la crisis debe convertirse en la ruta de entrada a un mercado laboral donde la formalidad y la protección social sean la norma y no la excepción. Este parece ser un momento propicio para replantearse de manera estructural algunas de las instituciones de aseguramiento social de los países de la región. En esta nota consideramos la formalización del mercado laboral, como primer paso en esa dirección. (AU)