El sector de salud de Costa Rica es uno de los más desarrollados de la región desde el punto de vista de su cobertura horizontal y vertical, y posiblemente el que cuenta con mayor predominancia del sector público después de Cuba. La reforma iniciada en los años 90 retomó algunos de los elementos que tenían otras reformas regionales anteriores y contemporáneas, pero mantuvo el carácter público del aseguramiento y en lo fundamental de la provisión de servicios. Los logros alcanzados en varios campos de la reforma son manifiestos, sobre todo en lo que se refiere a la extensión de la cobertura de la atención primaria, aunque en otros campos, como la descentralización, son más moderados. Estos éxitos no han evitado que el sistema de salud esté empezando a hacer frente a una crisis de financiamiento, por un conjunto de circunstancias que no son ajenas a los otros países de la región. La transición demográfica y epidemiológica, el estancamiento en la cobertura contributiva y el aumento sostenido de costos en algunos rubros, particularmente en medicamentos, ponen en peligro la viabilidad financiera del régimen. Las restricciones de acceso a los servicios para las clases medias, originadas sobre todo en la existencia de colas para la atención de segundo y tercer nivel, han venido agravando las inequidades, lo cual podría apuntar hacia una crisis de la viabilidad política del sistema.