Redistributive so-called social pension schemes have seen a remarkable surge in developing countries. These schemes often target the rural elderly and correlate with urbanization rates, urban rural-wage differentials, and family norms. We use this stylized evidence to motivate a political economy model for a Beveridgean pension system with trade-offs between four groups: the (poorer) rural old and young, and the (richer) urban old and young. We show under which conditions governments will install a pension system and increase its generosity as the share of the urban population rises, productivity differentials between urban and rural workers widen, or the social norm erodes. Our conclusion is that the role of the rural–urban divide in shaping redistribution merits more scholarly attention, as the gap between cities and the countryside widens in many developing countries. (AU)

Los llamados sistemas de pensiones sociales redistributivos han experimentado un notable auge en los países en desarrollo. Estos sistemas suelen estar dirigidos a los ancianos rurales y guardan correlación con las tasas de urbanización, las diferencias salariales entre las zonas rurales y las urbanas y las normas familiares. Utilizamos esta evidencia estilizada para motivar un modelo de economía política para un sistema de pensiones beveridgeano con disyuntivas entre cuatro grupos: los ancianos y jóvenes rurales (más pobres) y los ancianos y jóvenes urbanos (más ricos). Demostramos en qué condiciones los gobiernos instalarán un sistema de pensiones y aumentarán su generosidad a medida que aumente la proporción de la población urbana, se amplíen las diferencias de productividad entre los trabajadores urbanos y rurales o se erosione la norma social. Nuestra conclusión es que el papel de la brecha rural-urbana en la configuración de la redistribución merece una mayor atención académica, ya que la brecha entre las ciudades y el campo se amplía en muchos países en desarrollo. (Google translator)